Las lesiones en danza

La danza es una disciplina artística de gran exigencia atlética y psicológica en un entorno altamente riguroso donde, como en diferentes deportes, hay una alta prevalencia de lesiones asociadas con dolor.

Atendiendo a la epidemiología, existen más lesiones por sobreuso (72%) que aquellas causadas por accidentes traumáticos (28%).  Gamboa et al., realizó un estudio en bailarines estudiantes y encontró que el mayor porcentaje de lesiones se localizaban en el miembro inferior, sobre todo en el pie y tobillo (53,4%), seguidas de cadera (21,6%), rodilla (16,1%) y la columna lumbar (9,4%). Cabe destacar que la prevalencia de lesiones en cadera a partir de los doce años aumenta de manera notable en comparación al resto de lesiones, además de ser más habitual en danza que en cualquier otra disciplina deportiva (23%).

El principal factor etiológico que conduce a las lesiones por sobreuso es el manejo insuficiente o inadecuado de la técnica. En lo referente a la técnica de la disciplina de ballet clásico, la articulación de la cadera desempeña un papel biomecánico de alta relevancia, ya que es la encargada de realizar el En dehors.

En danza, el concepto En dehors, también denominado turnout (TO), se trata de la ejecución de movimientos a partir de la rotación externa de la cadera y los miembros inferiores para alcanzar mayor estabilidad, elevación de las piernas y una correcta colocación de la pelvis con el objetivo de lograr la máxima fluidez y armonía posible. Es una de las condiciones físicas más notorias y, a pesar de que un bailarín puede disfrutar de este arte con un TO limitado, es importante conocer y definir las limitaciones fisiológicas para que tanto los bailarines como los profesores puedan establecer objetivos realistas.

Es importante destacar que, los bailarines a menudo tienden a subestimar la importancia de sus lesiones y con frecuencia no permiten su recuperación completa. También, presentan una mayor tolerancia al dolor que las personas que no bailan, además consideran el dolor como una experiencia normal y cotidiana, y más del 50% convive con él en su día a día. Distinguen entre dos dolores: “dolor bueno” y “dolor malo”. El bueno hace referencia a aquel dolor como resultado de una actividad física exigente, de baja intensidad, tolerable y corta duración que describen como una experiencia positiva. Por otro lado, el malo hace referencia a aquel dolor que limita la actividad. Dolor de alta severidad e intensidad, intolerable, que describen como una experiencia negativa y que provoca miedo.

El dolor en danza es aceptado como una necesidad, algo inevitable y a menudo ignorado, donde muchas de las veces, se opta por el automanejo de la lesión. Esto se debe en gran parte a la pasión por la danza, la responsabilidad hacía el grupo, la autodisciplina, el perfeccionismo y la competencia.  

Cuando los bailarines no son capaces de identificar, evaluar y manejar el dolor es cuando la lesión se hace problemática y puede dar como consecuencia un peor pronóstico, pasando de un “dolor bueno” a un “dolor malo”. Así pues, uno de los riesgos más importantes en el fracaso en una lesión se debe a la percepción, evaluación y el comportamiento de los bailarines frente al dolor y éstos a su vez, están influenciados por factores de riesgos psicosociales y experiencias previas de dolor. (Lampe et al.)

Por lo tanto, no solamente es importante conocer los factores de riesgo y el mal uso de la técnica de la danza en relación con las diferentes lesiones. También es necesario conocer los mecanismos del dolor y entender la lesión desde un punto de vista biopsicosocial con el objetivo de disminuir el dolor, restablecer la función y tener un mejor manejo de la lesión.

Según Chimenti RL et al., los procesos biológicos del dolor pueden verse influenciados por factores psicosociales y, por lo tanto, abordar estos factores contribuye a la efectividad de la terapia tanto en pacientes con dolor agudo como en pacientes con dolor crónico. Además, factores emocionales como la depresión o miedo pueden aumentar otros mecanismos del dolor y contribuir al mantenimiento de una condición dolorosa.

Por otra parte, Noh YE et al., identificaron que los bailarines con habilidades de afrontamiento más bajas se lesionan con mayor frecuencia y por períodos más largos que aquellos con habilidades de afrontamiento más altas.

Con el propósito de examinar la literatura de la psicología en danza, L.M et al. realizaron una revisión sistemática en el año 2017 buscando determinar los factores de riesgo específicos asociados a la incidencia, frecuencia y pronóstico de las lesiones.  Se comprobó que factores tales como estrés, angustia psicológica, trastornos alimenticios, afrontamiento a la lesión, personalidad y apoyo social tienen una influencia negativa en los bailarines y que, por tanto, pueden contribuir a la incidencia y mal pronóstico de una lesión.

Siguiendo esta línea, Cahalan et al., encontraron una relación directamente proporcional entre las lesiones más graves y los factores psicológicos como la ansiedad, depresión e incapacidad de concentración. Smith et al. , afirmaron que los bailarines que tenían mayores niveles de ansiedad tendían a tener un peor pronóstico de la lesión.

Por lo consiguiente, podemos concluir que la práctica diaria de los bailarines es muy extensa y rigurosa, donde se enfrentan a horarios extremadamente exigentes, con altas demandas técnicas y a una alta intensidad de trabajo durante los ensayos y en las temporadas de espectáculos.  El sobreentrenaiento puede conducir a un aumento de tensión, fatiga, enfermedades, estrés emocional lo que conlleva a un aumento de prevalencia de lesión. Dentro de los factores de riesgo, muchos de ellos son indudablemente de naturaleza física y biomecánica, pero, sin embargo, también hay factores de carácter psicosocial.

Nerea RODRÍGUEZ

fiSIOTERAPEUTA

marta toledo

fiSIOTERAPEUTA

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